lunes, 4 de febrero de 2013

Día sin carro 2013 ¿Propuesta de valor pedagógico o jornada de incomodidad masiva?

Este próximo jueves 7 de Febrero se realizará, como es costumbre anual, la jornada del día sin carro en Bogotá. La jornada se extenderá desde las 6:30am y hasta las 7:30pm, franja en el que la ciudadanía podrá hacer uso de toda la red de ciclo rutas (Incluyendo la ciclovía típica de los domingos) a lo largo y ancho de la capital.

Esta jornada siempre ha sido bien recibida por distintos sectores de la ciudad, desde la misma alcaldía, pasando por el Ministerio del Medio Ambiente hasta la mayoría de los ciudadanos. Sin embargo, conforme pasan los años es bueno reflexionar acerca de la efectividad de la medida así como el impacto social.


Apenas comenzó la jornada del día sin carro, hace ya más de 10 años, comenzó como toda una atracción exótica pero lúdica para la ciudadanía: Rompía toda la rutina de los bogotanos, planteaba además interesantes alternativas amigables al ambiente en una ciudad en desarrollo y convertía a la urbe por un día en una eco-ciudad con ambiente festivo.

Desafortunadamente la ciudad y sus perspectivas han cambiado en la última década y el día sin carro pasó de ser una gran jornada pedagógica a un evento que se repite por tradición donde sus principales valores se diluyen en un mar de pérdidas económicas, incomodidades para los ciudadanos y unos cuestionables resultados ambientales.

Empecemos por su razón de ser: El ambiente. Se supone que los carros son los culpables de la mayoría de la contaminación en Bogotá, luego si no hay carros, el aire estará más limpio ¿Verdad?. Pues resulta que la teoría es falsa. Para el lector, no resultará extraño notar que hay muchos más carros nuevos en la ciudad, lo que quiere decir que gran parte del parque automotor se ha renovado significativamente y esto se traduce en motores más eficientes y amigables con el ambiente.

Por el contrario, los automóviles que quedan rodando en la ciudad de transporte público son los que con menos frecuencia se renuevan, por lo que sus viejos motores, muchos de ellos diesel, contaminan más que varios carros particulares juntos. En efecto, un estudio de la Universidad de Colombia certificó que el día sin carro en Bogotá en sí mismo ya no hace el aire más limpio, tal y como se puede leer en este documental de CityTV.

Supongamos ahora que, más que los resultados ambientales, sea una propuesta para que la ciudadanía considere otras alternativas de transporte en la ciudad. ¿Qué tenemos? Empecemos por la bicicleta: Es un gran medio de transporte, funcional y además saludable para quien la usa... ¿Por qué no ha progresado en la ciudad?. Bueno, la respuesta podría ser desde el clima hasta la infraestructura mal diseñada de la ciudad que pone las rutas sobre los andenes (Y que ya por fin notó la alcaldía) pero yo le apostaría más a la inseguridad de la ciudad.

Es complicado no estar paranoico en una ciudad donde los asaltos a transeúntes son el pan de cada día y la bicicleta, solo convierte a la mayoría de las personas en un blanco perfecto de los ladrones. Claro, ni en carro uno está seguro en un semáforo, pero los niveles de exposición son más altos.

Pasemos al servicio público: ¿Taxi? ¡Ja! -Si puede coger uno es su día de suerte- con lo difícil que es tomar un taxi que vaya para donde usted va (Ahora hay que pedirles permiso) y eso sumado también a la inseguridad misma que supone tomar este tipo de transporte en las calles de la ciudad. ¡Siguiente!

¿Transmilenio? Nah, en realidad es una alternativa efectiva pero poco humana... Es más, pienso que el ganado mismo viaja más cómodo que las mismas personas en un bus de Transmilenio. ¿Qué nos queda? ¿El SITP? Bueno, toda la improvisación e incapacidad de una administración distrital resumida en cuatro letras: Nadie sabe dónde conseguir las tarjetas, mucho menos dónde cargarlas y cuando se ve un bus azulito de esos, obviamente tampoco nadie sabe para dónde va.

En resumen, el transporte público en Bogotá es simplemente deficiente, a pesar que ése día, el día del no carro, saquen toda la flota habida y por haber de Transmilenio. ¿Cuál es valor para las personas? ¿Dónde están las alternativas ecológicas y humanas? ¿Acaso será el notar que estamos en una ciudad que quedó atascada -Como sus vías- en el tiempo hace años en materia de transporte?

Los comerciantes, ni hablar, para ellos es sólo pérdidas ese día. ¡Ah! Y ni los trancones se salvan... En algunos sectores, los trancones no son causados por la "Sobre población" de vehículos particulares sino por la bestialidad de los profesionales del volante que hacen de la calle el patio de su casa... Ya veré el embotellamiento de amarillitos en gran parte de la ciudad.

En resumen, toda la esencia del día sin carro no tiene hoy mayores fundamentos salvo la tradición y el obligar a las personas a tomar bus... No sé qué tan pedagógico sea eso pero no quiere decir que me encuentre en contra de la jornada, sino que en efecto, la alcaldía y en particular ésta alcaldía que se autoproclama tan defensora del ambiente y de los animales (Y a todas estas no ha podido acabar con las denominadas "zorras") debería añadir otra componente que dé valor real a la jornada:

¿Dónde está la socialización de su polémico plan de reciclaje? ¿Dónde están los vehículos o buses eléctricos del futuro -O híbridos-? ¿Dónde están los planes de arbolización de la ciudad? ¿Dónde están las jornadas para controlar las emisiones de los vehículos? ¿Dónde está su SITP? ¿Dónde está su plan de tratamiento de aguas negras? Y así podría terminar el post con cientos de preguntas que quizá siempre nos hacemos pero que nunca nos han dado respuesta. Por ahora, será dejar el carro en casa este próximo 7 de febrero.

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